¿Debe existir un límite de edad para ejercer la maternidad?
Qué fácil nos parece a todos opinar sobre la vida de los demás, ¿verdad? Nos da lo mismo hablar con conocimiento de las cosas, o hacerlo desde el más absoluto del desconocimiento. Y, está bien hablar y me gusta cuando las personas tienen formada una idea u opinión o cuando manifiestan una idea o una opinión sobre algo o sobre alguien. Pero, opinar, en ocasiones choca con criticar y, las críticas, si no son constructivas o vienen desde el respeto o de personas entendidas o expertas no me parecen necesarias.
Vivimos en una era donde las redes sociales se han convertido en la plataforma perfecta para que todos nos expresemos, pero, soy totalmente contraria a comentarios y expresiones vertidos desde la crueldad, para hacer daño, sin reflexionar antes lo que se va a decir o expresados sin pudor alguno. La empatía, por la que tantas veces abogo, siempre debería estar presente en todas nuestras manifestaciones. Me parece importante hablar, opinar e incluso debatir –a qué abogado no le gusta un buen debate-, pero, me sorprende comprobar la falta de generosidad e incluso la capacidad que muchos tienen de emitir juicios o de sentenciar sin tan siquiera preocuparse antes de saber o de contrastar información.
Vivo en una sociedad que se hace abanderada de lo correcto y aceptable, pero que, en ocasiones, no es más que amiga de moralinas e intenciones fingidas. Vivo en una sociedad que apela constantemente a la libertad, ya sea sexual, intelectual, digital, de opinión, de expresión, de asociación, de religión, de circulación, de pensamiento o de conciencia, etc., pero, que se asusta cuando alguien decide libremente ir en contra de lo socialmente establecido y, sin tapujos, entonces, cuestiona esa libertad.
Entonces, ¿tenemos capacidad de elección y de decisión o no la tenemos? ¿Debemos tener libertad o no debemos tenerla?
Jamás imaginé que Ana García Obregón abriera un telenoticias o que, durante días, su elección o decisión animase debates con o sin sentido en las bancadas del Congreso de los Diputados. Y, no voy a mentir, leer en la prensa digital que “La Obregón”, a sus 68 años de edad ha sido madre de una niña por gestación subrogada y, verla salir del hospital en silla de ruedas con el bebé en brazos, me ha sorprendido tanto o más que a muchos pero, ¿quién soy yo para poner límites a la libertad de los demás? ¿Hay que poner límite de edad para ejercer la maternidad?
Podemos estar más o menos de acuerdo con su decisión pero, ¿llamamos egoísta a un padre que decide tener un hijo con 70 o con 80 años? O ¿a una madre que decide engendrar a un hijo aun sabiendo que tiene una enfermedad terminal? ¿Nos parecen egoístas unos abuelos que tengan que ejercer el rol de padres de unos nietos cuyos padres biológicos no se ocupen o puedan ocuparse de la crianza de esos hijos?
¿Por qué pensamos que quien tiene un hijo en una edad avanzada lo hace desde el egoísmo o el egocentrismo, pero, en cambio, quien tiene un hijo en una edad social o genéticamente establecida, lo tiene desde el amor?
Es cierto que la edad reproductiva óptima de la mujer se sitúa entre los 19 y los 30 años. Desgraciadamente, la fertilidad de la mujer va disminuyendo con la edad hasta llegar a la menopausia que es el fin de nuestra edad reproductiva y que puede darse entre los 45 y 52 años, aproximadamente. Pero, la edad reproductiva no siempre va unida con la edad en la que social, afectiva y laboralmente una mujer está establecida y preparada para ser madre. Generalmente, una mujer entre sus 19 y 27 o 28 años, es decir, en plena edad óptima de reproducción, no está asentada profesional o laboralmente, ni cuenta con una estabilidad habitacional o económica suficiente. Y, es cierto que, quizás una mujer con 60 o con 68 años de edad no tenga la fortaleza, las ganas o la vitalidad necesaria para afrontar la crianza de un hijo. Pero, ¿quiénes somos el resto para tomar la decisión de cuándo una mujer debe o no de ser madre?
Soy mujer, no tengo hijos todavía y, si tengo hijos, si no los tengo, si no quiero tenerlos o si quiero tenerlos pero, entonces, decido tenerlos sola, acompañada, de manera natural, o por cualquier medio de reproducción asistida o reproductiva, no es asunto de nadie más que mío. Porque soy libre de tomar mis propias decisiones, del mismo modo que es o debería ser libre cualquier mujer del mundo.
En estos días mucho se ha debatido al respecto de la edad de Ana García Obregón para ser madre. Muchos han querido poner límite de edad para ejercer la maternidad, curiosamente, no me ha parecido escuchar lo mismo con la paternidad. Pero, también se ha debatido sobre el medio que ha elegido “La Obregón”para poder serlo y que no es otro que el de la gestación subrogada, sistema del que ya os hablamos en un artículo anterior donde debatíamos sobre si debíamos ponerle límites a la voluntad de ser padres.
Como ya os explicamos, en España, la práctica de la gestación subrogada no es legal. El artículo 10 de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida, indica expresamente que serán nulos de pleno derecho todos los contratos por los que se convenga la gestación –con o sin precio– a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante. Pero, la gestación subrogada sí es legal en otros muchos países del mundo.
Evidentemente, no podemos estar nunca de acuerdo con técnicas o sistemas que pongan en riesgo a los menores o a las madres, o que trafiquen con ellos. Pero, durante todos estos días he escuchado un sinfín de opiniones al respecto de la gestación subrogada que, cuando menos, me resultan exagerados y, en ocasiones, hasta inciertos. Muchos de los que se han llevado las manos a la cabeza han criticado que se recurra a la gestación subrogada en lugar de a la adopción, pero, ¿legalmente podría haber adoptado, teniendo en cuenta los requisitos que se exigen para ello? Seguramente no. Pero, si los hubiese cumplido, ¿quiénes somos los demás para decidir por ella sobre qué tratamiento, técnica o sistema de reproducción o de gestación de su hijo era el adecuado para ella?
Hay quienes incluso critican el hecho de que ella pueda recurrir al sistema de gestación subrogada porque tiene medios económicos para ello y, sorprendentemente, se aventuran a asegurar que con su dinero está explotando a una pobre madre que, por necesidad de recursos, se ha visto obligada a prestar su vientre. Pero, ¿alguien le ha preguntado a esa madre gestante? ¿realmente la están explotando?
Es cierto que, desgraciadamente, existen países donde se explota a las mujeres, pero, ya os explicábamos en nuestro anterior post que, lo habitual, es que las madres gestantes se presten al procedimiento de una manera totalmente altruista. Son todas ellas, madres que, tras ejercer su maternidad, deciden prestar su vientre para ayudar a otras mujeres a ser madres. ¿Por qué considerar explotadas de por sí a las madres gestantes, o de egoístas a las madres contratantes? Tras cada uno de los procesos de gestación subrogada hay historias, sueños, necesidades o decisiones distintas y no por ello la edad avanzada de la madre contratante deba ser indicio de egoísmo. Nadie sabe el tiempo que la vida nos depara. Si bien es cierto que cuantos más años se cumplen, previsiblemente, menos años de vida nos restan, también lo es que todos desconocemos cuánto tiempo vamos a estar en este mundo. Podemos llegar a los 100 o 115 años o fallecer incluso antes de alcanzar la mayoría de edad.
La ciencia avanza y, podemos nacer y tener un padre y una madre, o tener solo una madre, o dos madres o dos padres, o podemos perder a uno de nuestros padres al nacer o vivir junto a ellos durante toda nuestra vida, o podemos sufrir un accidente, ser diagnosticados de una enfermedad, podemos tener padres biológicos y padres de adopción, e incluso padres de acogida, o abuelos que se convierten en padres e hijos que se ven obligados a hacer de padres también. La vida da mil vueltas y, las vueltas, si me lo permitís, se convierten en el camino que a cada uno de nosotros nos toca asumir en el devenir o evolución de nuestra existencia.
Todo el mundo se escandaliza sobre el hecho de que alguien que no se encuentra en edad de reproducción óptima tenga un hijo pero, nadie reprueba a quien tiene hijos, tenga la edad que tenga, sin querer tenerlos, o sin tener la madurez emocional para ello, o a quien los tiene sin recursos o sin posibilidad de ofrecerles un futuro o de darles la estabilidad familiar necesaria. Es más, ¿alguien reprobó al también conocido Miguel Bosé cuando tuvo dos parejas de gemelos por gestación subrogada en 2011 con 55 años?
Personalmente, creo que las mujeres deben elegir libremente, sobre no tener hijos o sobre tenerlos, sobre gestar o ser madres o no serlo. Nadie puede obligar a nadie a tener un bebé, y nadie debería privar a alguien –si tiene capacidad jurídica y de obrar– de no tenerlo.
Y, dicho esto, alguno de los que me leéis, estaréis en desacuerdo con que una mujer pueda decidir ser madre con 68 años, o con el hecho de que alguien sea madre con un método, creo que desconocido por muchos, como puede ser el de la gestación subrogada –que, curiosamente no es legal en España pero, donde aun así sí se acuerda inscribir registralmente a esos hijos-, y, puede que muchos pensemos que con casi 70 años lo lógico no sea ser madre. Pero, a veces la lógica no pesa igual para todos.
Aunque piense que nunca se puede considerar egoísta o egocéntrica a una madre que tiene el deseo de serlo a la edad que sea, entiendo que se le debe poner, tristemente, un límite a la edad de ser madre o de ejercer la maternidad, por lo menos, para evitar que alguien decida ser madre a edades donde quizás ya el rol a adoptar debería ser otro distinto. PERO, para que ese límite a la edad de gestar o de ser madre no suponga una losa o peso que nos acecha a toda mujer a partir de los 30 quizás, debería ampliarse algo más de los límites actuales, dado que la ciencia avanza, cada mujer es distinta y, cada vez nuestra expectativa y sobretodo calidad de vida, se amplía y mejora, por lo que, quizás una mujer con 50 años no pueda gestar un bebé por ella misma, pero, sí que podría ser totalmente capaz de gestar o de ejercer su maternidad, con cualquier otra técnica o mediante una adopción que, en todo caso, debería replantear sus límites. Y no digo que la edad deba ampliarse hasta los 70 años, pero, sí que quizás, debería ponderarse el caso de cada mujer, estando al caso concreto de cada una de ellas y valorar sus capacidades mentales, familiares, económicas, sociales y no encasillarnos a todas en un número fin o tope, sino, en una edad aproximada que pueda variar en función del caso concreto.
Puede que la edad sea importante para algunos, pero, espero que todos los que me leéis, estéis de acuerdo con algo que me parece más importante que la edad o el método por el que cada uno llegue a ser padre o madre y es la capacidad de amar y la capacidad de poder decidir libremente sobre uno mismo y nuestras capacidades.
¿No es más importante el amor y cariño que los hijos reciban que la edad de sus padres o la técnica reproductiva o sistema de gestación por el que lleguen a este mundo, mientras todo se haga en un marco de legalidad y se les críe en un ambiente de felicidad?